Entrar en una sala de exposiciones y encontrarse con una muestra de fotografías tan sugerente como la que Herenvardo ha traído a Artemis, es algo poco habitual.
Mirarlas es un placer estético para cualquier amante de esta expresión artística. Pero quedarse en ese punto, en este caso, lo considero un error. Las fotografías de Herenvardo no son para mirarlas, son para vivirlas, para dejarse arrastrar por ellas. Hay que detenerse en cada una y “ver” más lejos de una imagen ausente de color. Invertir tiempo para comprender que, más allá de un recorrido por distintos rincones de España, estas fotografías nos invitan a soñar, a recordar, a añorar.
Pocas veces una exposición me ha transportado a mis más profundos recuerdos como lo ha hecho ésta, a la que yo invitaría a visitar a todos los que, como yo, disfrutan dejando volar su imaginación.
Duna Gant